Tras el polvo
Un 19 de Septiembre de 1985 en la ciudad de México
en la zona centro, sur y occidente; ocurrió una gran tragedia memorables para
aquellas personas que lo vivieron el mas significativo y mortífero en la
historia de este país y su capital.
Este acontecimiento se presencio a las 7:19 am. con
una magnitud de 8,1 en la escala de Richter, con la duración de más de dos
minutos, superando en intensidad y en daños registrados en 1957 también en la
Ciudad de México.
Relato anónimo:
Tengo 34 años, tenía apenas 12 años cuando fue el
terremoto. Te puedo decir varios relatos de familiares, amigos y vecinos, pero
sólo te voy a relatar cuatro ¿Por qué? Bueno pues porque dos están directamente
relacionados con mi familia y los otros dos porque son de unas vecinas y nos
impactaron lo suyo.
Esa trágica mañana de septiembre yo estaba llegando
a la escuela, a la secundaria, saludé a mis compañeros que ya estaban formados
y tomé mi lugar en la fila, me distraje mirando jugar a mis compañeros. La
verdad es que siempre he sido muy despistada y muchas veces no le tomo atención
a las cosas. Recuerdo que ese día me sentí mareada, pero no le di importancia,
pues los gritos histéricos de varias compañeras me llamaron la atención.
También recuerdo que escuché ruidos bastante extraños (ahora pienso que eran
los crujidos de las paredes). Los chavos que estaban jugando básquet y frontón
se veían inusualmente torpes, por más que querían pegarle a la pelota sus
esfuerzos se veían frustrados. Por su parte, los chavos que jugaban básquet no
podían encestar. Lo más irreal era la directora diciendo "no dejen de
jugar, no se preocupen, continúen en lo que están. Tranquilos, tranquilos, todo
va a estar bien". Cuando generalmente, apenas daba la hora les quitaba las
pelotas a quienes no dejaban de jugar. En la puerta de entrada veía a un montón
de papás con caras de terror queriendo sacar a sus hijos, y la sub-directora
les decía que no, que el lugar más seguro era la escuela. Probablemente tuvo
razón, pues, aunque a lo lejos escuchábamos las sirenas, no supimos más hasta
que nos recogieron y llegamos a nuestras casas.
Mis recuerdos de esos días son muy vagos. No había
luz, lo poco que sabíamos era por otros vecinos y lo que podíamos captar con la
radio. En muchas zonas los teléfonos no funcionaban y era como mucho desorden.
En fin este fue un pequeño paréntesis.
Cuando llegué a mi casa, recuerdo haber visto a mi
papá, bastante descompuesto y como raro, lo cual era muy extraño, pues viajaba
mucho y cuando no viajaba, siempre estaba en la oficina. Le pregunté a mi papá
si estaba enfermo, porqué no había ido a la oficina y me contestó que ya no
tenía oficina.
Resulta que después de que me dejó en la escuela, mi
mamá acompañó a mi papá a la oficina, al llegar varios pisos de el hermoso
edificio en donde trabajaba estaban derrumbados. Afuera de la oficina estaban
varias personas de intendencia que alcanzaron a salir, pero decían, que muchas
se habían quedado dentro. Te estoy hablando del edificio de comunicaciones y
transportes. Casi todas las personas que perdieron la vida en ese edificio eran
de intendencia, eran los que llegaban más temprano.
Como pudieron trataron de regresar a nuestra casa,
pues relatan mis papás que las calles eran un desastre, muchas personas andaban
como zombis, sin saber que hacer o buscando a sus familiares.
En el camino se encontraron con una vecina y su
esposo que trabajaban en lo que ahora es el siglo XXI, la señora estaba
empanizada en tierra de pies a cabeza, al igual que su esposo. Estaban
terminando su turno cuando empezó el terremoto, llámalo suerte, instinto o
destino, pues trabajaban en secciones diferentes del hospital y los dos
salieron con vida. La señora era enfermera y dice que cuando se inició el
temblor ya estaba casi afuera del hospital que alcanzó a dar un paso fuera y
sintió que se estremecía todo. Cuando volteó ya no estaba su lugar de trabajo,
ni médicos, ni enfermeras, ni enfermos. Papeles y tierra había por todos lados,
silencio, silencio absoluto después del estruendo. Inesperadamente gritos,
aullidos de terror de los que miraban estremecidos la escena y supongo que
también de horror y dolor de los que quedaron enterrados en vida.
En ese entonces, ella nos contó que se puso como loca
a gritarle a su marido, hasta que lo encontró. El señor había salido unos
minutos antes de que terminara su turno y eso lo salvó, pues muchos de sus
compañeros también quedaron enterrados ahí ese día.
Cuando mis papás los encontraron dicen que la mujer
estaba como loca, en un mar de llanto, sus lágrimas le escurría por las sucias
mejillas, dejando tétricos surcos de lodo y que le gritaba a mi mamá, "por
favor dime que mis hijas están bien, dime que están bien. Allá todo está
destruido, hay mucha gente enterrada. Todo el hospital con mis compañeras,
médicos, todos adentro. Los edificios de enfrente ya no existen, esto es
terrible".
Por fortuna para la vecina, mi mamá sí había visto a
sus hijas cuando se iban a la escuela, y le pudo decir a la pobre mujer que
estaban bien, sanas, salvas y en su casa, ya que en su escuela se habían
suspendido las clases.
Este año se recuerda que hace 27 años millones de
personas murieron en este terremoto, y muchas de las personas que lo vivieron
aun recuerdan esas imágenes del doloroso día tras el polvo.
Fuente:
http://mx.answers.yahoo.com/question/index?qid=20070928131547AAmKR5s
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